domingo, 29 de octubre de 2017

Idea descabellada


Idea descabellada

Aunque ya no era un niño, Julián seguía temiéndole  a los espantapájaros.
Juraba que de  pequeño, aquel macaco que hizo su tío, lo espantaba chistándole, hasta que un día bastante cabreado, dijo: ya seré grande y te dejaré sin cabeza.
Por éstos días trabajaba en un rancho y una noche tuvo que salir, a darle aviso a Don Pepe,  que habían visto al toro  muerto.
Don Pepe,  aburrido  que las cotorras le comieran el maíz, puso un muñeco.  Julián  tenía  que pasar por allí, eso  le ponía los pelos de punta. Cuando estaba a metros del maizal, aquel muñeco empezó con los chistidos.
Sin pensarlo, se descolgó la escopeta que siempre llevaba atravesada, y le voló la cabeza, como prometió siendo un niño.
Al otro día, le contaba a la peonada.  Ese no me jode más!
Los paisanos quedaron duros.  Al fin uno, pudo hablar.
No había toro muerto.  Fueron cosas de Fito,  que quiso hacerte una broma, Julían.
Todos pensaban que Fito, no había aparecido,  por miedo a las represalias,  por la jodita”.
Desde esa noche, Julián  pelea con dos terrores.
Los espantapájaros y un fantasma sin cabeza.




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